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Domitianus

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Domitianus:  el eterno atractivo del coleccionar monedas

¿Domitianus? ¿Quién fue él? Quien debe responder rápidamente: "Domiciano fue un emperador romano de la dinastía flavia y reinó entre el 81 y el 96 d.C " diría un solemne disparate porque este Domiciano no tiene absolutamente nada que ver con el mucho más conocido y famoso Tito Flavio Domiciano, (Titus Flavius Domitianus), hijo de Vespasiano y sucesor de su hermano Tito. Este personaje misterioso, frente al escenario de la Historia se presenta, todavía hoy, como una figura oscura, de los contornos matizados e indefinidos y por tanto enigmática e intrigante:  sabemos pero que indudablemente fue un usurpador del poder imperial dentro de aquel estado secesionista dicho Imperio de los Galos que tuvo una vida independiente entre el 260 y el 274 d.C. y qué comprendió las provincias gálicas, germánicas, británicas e ibéricas sustraídas al imperio romano a causa de una sedición militar a la época de Galieno y conflictos civiles convulsivos.

Un aspecto interesante de la cuestión es representado por el hecho que, si nosotros tenemos conocimiento de la existencia de este personaje histórico lo debemos sobre todo a la numismática:  en efecto, si se excluyen dos fuentes históricas antigas que lo presentan como un militar de alto rango - lo conocemos sólo gracias a sus monedas. En el 2003, en efecto, Brian Malin, un intrépido y atrevido joven inglés, gracias al metal detector, ha encontrado en el Oxfordshire, una piñata llena de monedas romanas, entre las que ha saltado fuera justo un antoniniano de nuestro usurpador, del que se conocià sólo otro idéntico ejemplar,  hallado a Haute Goulaine, en Francia, 103 años antes, pero que había sido considerado falso por algunos estudiosos. Es claro cómo la numismática a través de la importancia de este hallazgo, haya abierto perspectivas históricas hasta ayer impensables, confirmando fuera de toda duda la efectiva existencia del misterioso Domitianus, el que ha adquirido por fin no sólo una dimensión concreta y real dentro de la historia, sino ha encontrado también un rostro:  aquel barbudo y aristócrata llegado a nosotros, por ahora, de sus únicas dos monedas.

¡Como es obvio este segundo descubrimiento ha levantado entre los estudiosos un notable entusiasmo, provocando al mismo tiempo, la atención de no expertos y coleccionistas, especialmente después de que los expertos "conservadores"  del British Museum han exhortado a todos los coleccionistas a comprobar con atención si entre las monedas en su poder no se encuentra,( nunca se sabe!) ¡alguna de Domitianus, la que pudiera hacerlos realmente ricos y - si es cierto que el dinero da la felicidad - muy pero muy felices! El caso Domitianus, pensandolo bien,es de veras emblemático, y nos da cuenta del eterno atractivo del coleccionar monedas:  el coleccionista en efecto no se limita a buscar, encontrar, adquirir y clasificar monedas - sería trivial--, no se limita a contemplarlas, tocarlas, remirarlas bien complacido;  por fuerza no se contenta nunca:  más o menos inconscientemente es  la eterna búsqueda del ' Me gustaría pero no puedo', de esa pieza rara, rarissima, inalcanzable, de un nuevo Domitianus,: más a menudo pasa por el 'podría pero no quiero', porque a lo mejor la bolsa no le permite la adquisición, pero por suerte siempre puede tirarse emocionado sobre el 'puedo y quiero'; inevitablemente se descubre histórico, se convierte en conocedor de arte, anticuariado.

Por obligación se enamora de sus monedas y también de aquellas no suyas, y como todos los enamorados se convierte en idealista y también puede cultivar amores imposibles, inalcanzables, utópicos… Y de vez en cuando como nos enseña el "caso Domitianus" los amores imposibles pueden convertirse en algo concreto… e incluso rentables. Eh sí, porque aunque puede parecernos increíble, incluso hoy, en nuestra desanimada y desencantada era hipertecnológica, no es locura pensar y soñar que en aquella caja llena de viejas monedas que le pertenecieron al padre de nuestro padre y que hemos relegado en el trastero entre muchas baratijas. ¡adormecida , si no justo un Domitianus, al menos una moneda de la que no sospechamos el valor y que otorga prestigio a una colección de lo contrario modesta!. Y en todo caso también al más idealista de los apasionados de numismática no le molesta para nada la idea que su colección, sabiamente construida en el curso de muchos años, y a menudo para toda la vida, se demuestre, al final - por qué no? -  también una buena inversión económica.


Elio Pesciarelli

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